Alba Miño es la ingeniera a cargo de la obra eléctrica, que Roggio desarrolla en el centro de Asunción. Disfruta de la responsabilidad de conducir un proyecto, con el privilegio de ser la primera mujer en hacerlo, en los casi 48 años de presencia de la empresa en Paraguay.
El tránsito de Asunción no da tregua y el ritmo frenético parece no tener pausa. La ciudad resiste a la modernidad desde las construcciones antiguas que atesoran pizcas de historia y, desde el viejo centro comercial, ofrece sus sombras jugando a las escondidas con los últimos rayitos de sol.
Allí trabajamos y vivimos el pulso diario, enfocados en la instalación de la Línea Subterránea de Alimentación de 23.000 voltios para las Oficinas de Gobierno. Es una obra que recorre varias calles del microcentro, a través de unos 1.200 metros, con el reto de convivir con los vehículos y los peatones, alterando lo menos posible la actividad de las tiendas y negocios.
A cargo del proyecto está Alba Miño, una joven ingeniera especialista en electricidad graduada en la Universidad Nacional de Ciudad del Este. Asume la responsabilidad de coordinarlo desde un privilegio: es la primera mujer que está al frente de una obra, al cabo de los casi 48 años de vida de Roggio en Paraguay.
Alba entró a la empresa hace poco más de dos años, en plena pandemia. Desde entonces, trabajó en diferentes funciones dentro de la Gerencia Eléctrica y pudo consolidar sus conocimientos para asumir ahora este desafío mayúsculo. “Es un honor que me hayan designado, aunque el hecho de ser mujer es anecdótico, porque somos evaluados por la capacidad y no por género. Trabajo en un ambiente donde hay mayoría de hombres. Nos adaptamos y nos tratamos con mucho respeto”, afirma la ingeniera.
– ¿Cómo asumiste la responsabilidad, cuando te designaron?
– Siempre quise estar a cargo de una obra y me proyecté a eso, aunque reconozco que no lo esperaba. Cuando me llegó la designación, me entusiasmé muchísimo y empecé a leer todo, a interiorizarme sobre cómo era la obra. Siento que tengo la capacidad para estar donde estoy y sigo aprendiendo.
– ¿Cómo es el desafío diario?
– Es una obra con mucho contexto social, porque hay gente que pasa permanentemente y autos, a toda hora. También está la necesidad de convivir con los comerciantes y cuidar el patrimonio. ¡El día no termina nunca!
– ¿Estás llevando trabajo a tu casa?
– (Risas) Sí…. Pero espero dejar de hacerlo en breve. Es un tema de organización y tuve que acomodar los horarios para sintonizar con las necesidades del proyecto. Los temas que merecen atención suelen presentarse desde muy temprano.
– ¿Cómo es el trabajo de coordinar una obra así?
– Al igual que otras obras, necesita organización y estar atentos a todas las situaciones. Desde la logística, la certificación, los materiales, las reuniones… Me reparto entre el trabajo de escritorio, lo que hago en la obra misma y yendo al MOPC.
Igualdad de oportunidades
Llega el café a la mesa y la charla sigue buscando las respuestas. Afuera, Asunción no descansa. “Lo ideal es tener una mirada gerencial para ver todo desde una distancia en que no se escape nada. Como es una obra corta, el trabajo se hace siguiendo una planificación muy estricta pensando en incomodar lo menos posible”, remarca.
Alba Miño no quiere detenerse mucho en el detalle de la presencia femenina en una obra, pero se anima a plantar una bandera: “me siento mujer y me encantan los gestos caballerosos. Ser mujer es un privilegio y lo disfruto. No suma discutir quién es más fuerte, sino que debemos reclamar igualdad de oportunidades”.
Como parte de sus responsabilidades, recorre la obra. Mira cómo van las excavaciones, las conexiones, los uniformes de los colaboradores, los carteles informativos… Los muchachos la saludan con mucho respeto: “buenas tardes, ingeniera”. “Trabajamos mucho con capacitaciones con el equipo social, para que todos asuman que nos toca estar en contacto con personas y estamos representando a Roggio”, señala.
Luego de la obra ¿qué viene? “Me gustaría seguir creciendo, estar en otros proyectos y recibir nuevamente la confianza de los gerentes”, agrega.
En el final, Alba Miño busca en su corazón un mensaje para los jóvenes que dudan sobre qué camino elegir. “Cursaba Administración y me pasé a lo eléctrico, porque me gustaba más. Lo importante es tener en claro qué seguir y fundamentalmente estudiar, porque el estudio abre puertas. Mis padres me lo decían y al crecer, te das cuenta cuánta razón tenían”, sostiene con los ojos ofreciendo un brillo único.
Alba es una profesional que representa a las nuevas camadas dentro de la Empresa. Se trata de jóvenes que piden espacio y oportunidades, y se capacitan todos los días. Porque el futuro es hoy.